En esta travesía, me di cuenta de que involuntariamente había causado daño a mi amigo. Mientras él exploraba terrenos desconocidos y se mostraba vulnerable, yo cometí el error de interpretar sus acciones como fracasos.
Absurdamente, hice su experiencia mía, sin considerar que cada individuo tiene su propio camino. Me encontré desequilibrado.
La verdad es que, en esa área específica en la que mi amigo estaba aportando, yo no había contribuido.
Simplemente, me senté a su lado, recibí beneficios por estar presente y permití que esa experiencia me ayudara a ser auténtico en el mundo. No obstante, cuando apareció otra persona y sentí que me desplazaban, mi reacción inmediata fue una oleada de enojo, exigiendo explicaciones. Una vez más, evidencié mi falta de confianza en mi amigo y en mí mismo.
Este patrón parece repetirse en mi vida, dejándome atrapado en un ciclo perjudicial. ¿La razón? Una percepción distorsionada de mi propio valor. Me veo tan pequeño que, al aprender algo, inmediatamente lo asumo como propio.
Mi falta de autoestima me hace sentir como un fraude, convencido de que seré descubierto, de que cualquier acción que emprenda carecerá de autenticidad.
Aquí me encuentro nuevamente, confrontando esta angustiante realidad en mi vida. Este momento es más que una simple repetición; es una oportunidad para la reflexión profunda y para cambiar este patrón limitante.
Es hora de explorar las razones detrás de estas tendencias y trabajar hacia una perspectiva más positiva y confiada en mí mismo. ¡Acompáñame en este viaje de autodescubrimiento!
